Museu de l'Estampació
Premia de Mar
24 de novembre de 2016
De la apertura creativa a la obra como resultado:
la alegría del reconocer y compartir las propias capacidades.
Creatividad y Arte, ambos términos nos aportan una connotación de capacidad de generar algo nuevo partiendo de algo propio.
La propuesta de este encuentro es la de enlazarlos con la Salud Mental. Mi experiencia en esto proviene de lo que fui observando y aprendiendo a lo largo de más de treinta años de trabajo en el Taller de Expresión y Creatividad de la CTM y también el hecho de que la pintura ha ocupado, a lo largo de mi vida, un lugar importante. Mi referente, la teoría psicoanalítica en la línea de Jacques Lacan.
Al cruzar la puerta del taller, vi mesas, sillas, muchos libros, cuadros, ordenadores… Pero lo que más me gustó, y llamó a la puerta de mi apatía, fueron las hojas y muchísimas clases de colores. Mi apatía, tristeza y angustia comenzaron a menguar
-escribió Rosario en la revista del taller, semanas después de su llegada.
Cuando la persona, recién ingresada, llegaba al taller, tras la falta o el exceso de palabras, se podía percibir un malestar difícil de expresar. Sobre la mesa, los diferentes materiales y pinturas, invitaban a ello. También la presencia de los otros, otros que dibujaban, escribían, trabajaban en el ordenador, pintaban…
Después de las presentaciones, le pasaba una hoja en blanco y le sugería que dejase fluir, a través de una imagen, algo de lo que sentía en esos momentos. Un papel en blanco es un territorio propio, abierto y libre, pero también puede despertar angustia. Estar cerca, sin invadir el espacio del otro y alguna palabra en la que se pudiese apoyar, podía ser importante en ese primer encuentro. Más tarde, una nueva hoja en blanco y la invitación a que algo de ello pudiese pasar a palabras. El malestar, una vez expresado, molesta menos.
Cada persona, en el taller, ha sido siempre dueña de sus imágenes y de sus escritos pero, eso primero que habían expresado, solían verlo después, conmigo. En ellos ¡tantas veces! algo relacionado con el sentimiento de impotencia y de incapacidad podía ser reflejado y nombrado.
Ofrecer un entorno abierto en el que la persona pudiese sentirse cómoda y respetada, y ocupar un lugar propio, un buen lugar, era una premisa necesaria.
Abrir un espacio a la expresión creativa, en sus diferentes facetas, y la oportunidad de compartirlo con los otros, posibilitaba no solo exteriorizar algo interno, también tomar una cierta distancia de aquello en lo que se hallaban inmersos y poder contemplarlo desde afuera, salir de alguna certeza y dejar una posibilidad a la duda.
El paso de lo visual a palabras es como una traducción, hay algo que se escapa, se entra en el equívoco de la palabra, el malentendido, lo que permite continuar avanzando.
Lo simbólico es el lenguaje, lo imaginario, el sentido y aquello que no se puede decir, que no se puede expresar por medio del lenguaje, aquello que no se puede representar, es lo real. La realidad no hay que confundirla con lo real; lo real es impensable, está siempre presente pero mediado por lo imaginario y lo simbólico que aportan el sentido.
Un día, un reyo separó mi cuerpo, mi mente y mi parte en el cielo y a partir de entonces estoy así – explicó Felipe refiriéndose al inicio de su enfermedad.
Según Lacan, la realidad, la experiencia humana, se organiza según tres registros esenciales: lo simbólico, lo imaginario y lo real. Entre ellos hay una interrelación y las fallas que se encuentran en uno de ellos, pueden ser suplidas por los otros.
Lo importante son los recursos que la persona tiene para manejarlas porque el sujeto, para sostenerse en la realidad y relacionarse con los otros, necesita mantener unidos estos tres registros. Cuando hay algo en su anudamiento que falla, existe la posibilidad de elaborar una suplencia que permita mantenerlos anudados y también, eludir el desencadenamiento de una psicosis, si hay una falla estructural. Las suplencias son elementos que realizan el trabajo de conexión, posibilitando reconstruir la realidad psíquica.
La creación y el arte son dos formas de relacionarse con lo real a través de lo simbólico y lo imaginario. El arte, organiza.
¿Qué pasará si despliego mis alas heridas?
¿Puede la tristeza permitirme sentir y que salga
todo de mis entrañas?
Tristeza, subes por mi garganta hasta hacerme gritar
Pero no sale sonido alguno.
¿Por qué?
La experiencia creativa facilita un pasaje del ámbito de lo imaginario al de la realidad, de una idea a su realización en la materia, de un contenido inconsciente a una forma material y a una articulación verbal. Aquello que solo existía en la imaginación de la persona o en el inconsciente, al ser expresado entra ya en el campo del lenguaje y el producto de esta expresión se convierte en un medio de comunicación en el que el otro juega un papel importante.
Si los de afuera participasen en un taller de expresión, pensarían de forma diferente de nosotros. Las palabras de Jesús las recuerdo claramente. Sus dibujos eran inconfundibles y valorados por sus compañeros. Había dejado atrás los silencios y sus pasajes al acto. Había logrado ya expresar la intensidad de sus emociones a través de ellos y hablando. Participaba activamente en todos las actividades y había logrado ocupar un buen lugar en el grupo.
En el Taller ha existido siempre una Ley, se llama “respeto” y es fundamental que, desde el primer momento sean conscientes de ello: sentirse respetados para poder respetar a los otros.
Los dibujos de Juan reflejaban siempre a una persona tras una reja. La relación con sus compañeros, mala y, conmigo, un reto casi continuo. Sin embargo había en él algo entrañable que apenas dejaba traslucir. Posiblemente fue esto último lo que, durante una reunión, en la que no dejó de interrumpir, a pesar de que se lo iba señalando, cansada ya, me escuché decir:
Ya no puedo más, ¿qué podemos hacer?
Hay una parte del saber relacionada con el “sabor” que solo puede integrarse a través de la experiencia, de la experimentación propia. El concepto de “límites” había surgido muchas veces en relación a Juan, pero fue a partir de aquel día, cuando pudo comprobar que todos estamos sujetos a limitaciones y pudo sentirse después integrado en el grupo –y no expulsado-, cuando algo cambió. Algo pudo ser simbolizado y dejó de repetir. La relación con los otros mejoró, sus personajes abandonaron las rejas y habitaron espacios abiertos cada vez más amplios y plenos de color. Sus cuadros gustaban y fue ocupando un buen lugar en el grupo. Alguno le llamaba “el pintor”.
La referencia a una Ley, el trabajo en torno a los límites, es difícil y al mismo tiempo fundamental, en la psicosis. La Ley, como expresión de un orden simbólico, no pudo ser instaurada. Falta un significante primordial, central, organizador de los demás.
He dibujado un hombre en peligro; el hombre está pidiendo socorro al alcance de un barco. También tiene una isla desierta al lado. Así pues, bien, el hombre está prácticamente salvado –escribió Ramón bajo su dibujo.
Para algunas personas encerradas en un mundo propio habitado por fantasías, voces, vacío, ausente el deseo, la relación con el otro parece, a veces, un reto imposible de lograr. Pero en el grupo sí circula un deseo en el que puede ser integrado.
Recuerdo un pequeño recital de guitarra dado por Berni, y la importancia que el grupo tuvo en su evolución. Fueron sus compañeros los que le dieron un lugar, por su habilidad ante el ordenador, primero, a través de la música después; un lugar y un reconocimiento.
Berni, tocando la guitarra, sonreía.
Quiero también mencionar como esa apertura que conecta con la fantasía, con el inconsciente, que se produce durante el proceso creativo y permite que algo propio e ignorado tome forma, despierte emociones, cobre sentido a través de las palabras de los otros, posibilita que la persona vaya descubriendo capacidades ignoradas, propias, y también integrando, algo hasta entonces desconocido.
Maite Kirch
24 de noviembre de 2016